en la tinta del pintor sin riel.
Odio mis manos, odio mi ser
odio el cariño que me ha de coger.
Con aquel delgado instrumento
al que ya mencioné,
escribo lamentos en el viento
al que detuve para ver
si la mancha seguía hay
pero con tantas sombras
no la vi.
Su sangre sube los muros
y en las cortinas se guardan
mientras yo escribo en rumbos.
Un asesino que no mata.
Y con la sombra de un pincel
en la tinta de desnuda piel
aquel que odia su mano odia su ser,
no tiene cavidad para otra mano coger.
~o~
Angelo Blanco, 09 de diciembre del 2009
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